Un día cualquiera vino a mí como un rayo fulminante de sapiencia y luminosidad: las palabras hieren tanto como los golpes. Al igual que la violencia física, su efecto es inmediato e irrevocable, y talvez sólo se diferencian en la forma de distribución. Como dijo el papá de Malcolm, el del medio, "los golpes uno los puede bloquear, y reducir, pero con las palabras no se puede hacer nada". Sólo se dicen y llegan sin escalas a Av. Sentimientos.
Y es por eso que quisiera referirme a una expresión que, he caído en cuenta, uso con relativa frecuencia. Revisando posts antiguos me han saltado a la vista estos epítetos, el recurso de referencia a lo gringo. De la gringuidad, o como sea llamada la esencia del sujeto. Y me gustaría presentar los argumentos que están detrás de mi insistencia de gringuear y que tambien pienso, se presentan en amplios sectores de la población.
Aunque no lo considero un escarnio, pues nuestros altos representantes políticos insisten en desconocer los injustos términos en que las relaciones con el país norteamericano están pautadas para con nuestras sociedades y sus motores económicos correspondientes, acá en la América latina existe una frívola animadversión cuya inherente causa es la noción de disparidad, de ambiguas relaciones de poder con los autodenominados americanos. Sea por esto o por la supina ignorancia de nuestras masas, a la hora de interrelacionarnos me parece evidente el origen del estereotipo y su concepto trivial de formas y colores: la desavenencia política.
No quiero ni puedo ahondar en la Historia Americana, pero ciertamente algo entendemos los que no nacimos allí de como son las cosas. Es decir, no nos hacen aprender inglés para que salgamos a pasear por Fifht Avenue. Comprendo tambien que ninguna sociedad está exenta de debates o polémicas ni de sus formas más violentas, como levantamientos, revoluciones, guerras civiles, etc, pero no puedo ignorar los estamentos, las nociones socio-políticas que demuestran sus endémicas necesidades de reafirmar su propia capacidad de subyugar o dominar y de sentar mecanismos para que ese dominio persista. En elementos como el Destino Manifiesto se puede leer lo que estoy tratando de decir. En las Guerras del Golfo Pérsico, del Viet Nam, de Afganistán o de Iraq se puede apreciar lo que estoy tratando de decir.
Los que se enfrentan al establishment y apuntan la ironía del "Freedom is not free" son reducidos con el poder de la maquinaria del pensamiento anti-individualista, del mimetismo ideológico.
Fijémonos en su clase política, idéntica fila por fila, nombre por nombre, a su clase industrial, mercantil, militar, eclesiástica, y hagámonos la idea de que en esa tierra de la gerencia, de los mejores, se merma el cauce de la filosofía social convirtiéndola en un catalizador de eufemismos de consumo que se vende con apariencia lógica mientras dure el incólume status del dólar. ¿No es el bipartidismo la prueba más contundente de que se perdió cualquier análisis posterior a la entelequia?
El gringo hegemónico, los líderes de la sociedad estadounidense, el país de los tiburones de Bertolt Brecht, de las estratagemas geopolíticas que nos involucran a todos y a todas, exuda transparente su quintaesencia que es la personificación de sus proyecciones de eminencia, por lo que soy un convencido de que a través de su versión institucionalizada, llámese a lo que sea que salga del Senado y de las cortes y de la Cámara de Representantes y de la misma Casa Blanca no pueden ser ni más ni menos que malas noticias.
Lo importante que me queda es que, en resumidas cuentas lo que nos separa de los líderes no es sino la misma ausencia de liderazgo personal.
Ahora, ¿cómo emprender algo importante en el mundo de lo seductor y lo aparente?
Me despido con esta joyita retorcida del pensamiento del free-world, from the deep south with love!
*Queridos lectores, sepan disculpar la ausencia de subtítulos en el presente video, simplemente supuse que la hilarante cacofonía de este personaje no necesitaba traducción.
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