Pensé en dejar ciertas experiencias de mi viaje guardadas solo en mi mente, dejar que sea el tiempo en conjunto con el debido cuidado lo que como a un buen vino lo haga cada vez mejor al gusto.
No tengo razón especifica para comenzar a escribir sobre mi encuentro con mi hermano, salvo la de que volví a ver un pasaporte con todos los boletos que compramos hacia un (en ese momento) destino incierto; Cada ticket que por más insignificantes que parezcan hoy resultan muy importantes para mi.
Representan no solo el recuerdo de haber hecho un viaje hacia tierras más frías (tierras que por cierto, me encantaron), son el recuerdo de una aventura, un reconocimiento, diferencias, retos (superados y sin superar), miedos, angustias pero sobre todas esas cosas; una convivencia; más importante para mi que cualquier otra que haya tenido hasta el momento en que me encuentro escribiendo esto. Una convivencia en la que si bien no se discutió todo aquello que pensábamos discutir, donde no se habló todo aquello que pensábamos hablar; pude sentir que a esas alturas, ya no era necesario. No necesitaba (al menos yo) expresar más de lo que expresé, todo ya se encontraba sobreentendido, todas las piezas en su debido sitio.
Recordé esa travesía, esos cuatro días del mes que pasé por Chile y retomando la analogía del vino… ¡Que buen regusto me deja!
Palabras van palabras vienen pero si algo he aprendido bien, es que nunca está de más agradecer cuando se lo siente de corazón…
Luís, hermano, Gracias.. Totales!
No tengo razón especifica para comenzar a escribir sobre mi encuentro con mi hermano, salvo la de que volví a ver un pasaporte con todos los boletos que compramos hacia un (en ese momento) destino incierto; Cada ticket que por más insignificantes que parezcan hoy resultan muy importantes para mi.
Representan no solo el recuerdo de haber hecho un viaje hacia tierras más frías (tierras que por cierto, me encantaron), son el recuerdo de una aventura, un reconocimiento, diferencias, retos (superados y sin superar), miedos, angustias pero sobre todas esas cosas; una convivencia; más importante para mi que cualquier otra que haya tenido hasta el momento en que me encuentro escribiendo esto. Una convivencia en la que si bien no se discutió todo aquello que pensábamos discutir, donde no se habló todo aquello que pensábamos hablar; pude sentir que a esas alturas, ya no era necesario. No necesitaba (al menos yo) expresar más de lo que expresé, todo ya se encontraba sobreentendido, todas las piezas en su debido sitio.
Recordé esa travesía, esos cuatro días del mes que pasé por Chile y retomando la analogía del vino… ¡Que buen regusto me deja!
Palabras van palabras vienen pero si algo he aprendido bien, es que nunca está de más agradecer cuando se lo siente de corazón…
Luís, hermano, Gracias.. Totales!
Lyn_Guardian_of_Bifrost
