jueves, mayo 26, 2011

El único Fin que se acerca es el de mi paciencia.


Para los que que no notaron la radiactiva estupidez humana a la que una buen puñado de esos auto-denominados creyentes expusieron a la sociedad en las semanas que acaban de pasar, déjenme decirles una cosa: ¡que suerte la suya! En mi caso, sólo haré mención de la actividad anómala que se registró en mi buzón de correos, hablo de un verdadero diluvio de porquería como no había visto en un buen tiempo. Tias, primos, amigos, vecinos parecen haberse puesto de acuerdo en saturar casillas con historias de épica y gesta que hicieron sonrojar a este usuario de FanFiction.net. Pero ya que hablaba de diluvios, y para entrar en el tema de mi post, recien hace poco me enteré que al parecer lo que sucedía no era una convención católico-romana ni la Walpurgisnacht de un montón de ideas podridas, sino eso y más, la pseudo-científica conmemoración de los 7 mil años del Diluvio Universal. Hago un stop acá, porque estoy seguro que ya entienden por dónde va la cosa. Obviamente la gente de la que estoy hablando sigue creyendo que el universo tiene alrededor de 10 mil años, así que les pido de favor no esperen un profundo análisis de este vaso de agua. Hablaré si de lo que se duerme en la mente de estos locos y tambien en la mía. El Fin de los Tiempos y su concepto prometedor captura la atención de cualquiera que se haya atrevido a fantasear con la idea abstracta de la muerte, o con la fantástica posibilidad de darle un sentido ulterior a la física, los números; de jugar con el tiempo y espacio, de ponerle orillas a este universo. Su fuerza psicotrópica me hace cuestionarme en los niveles más débiles de mi carne, y evidentemente, si se consume con altas dosis de fé, los resultados son indeseados(veáse Harold Camping). A quién escribe estas lineas pocas cosas de este mundo y del otro le producen tal innecesaria fascinación, y es mucha mi desavenencia con aquellas ideas -que nunca han cuadrado- de que al hombre le pertenece un destino cósmico que ni siquiera entiende. Para quienes hemos abierto una revista científica, no importa que sea sobre el H Collider europeo o sólo sobre técnicas odontológicas, cuan evidente es la falta de información, la necesidad de incesantes investigaciones posteriores, de nuevos descubrimientos en conceptos, en tecnologias, en técnicas de la aplicación, etc. Justamente muestran cuan lejos estamos de las orillas de nuestro propio entendimiento, sin desestimar un segundo cuánto se ha avanzado. ¡Qué mágico es un cigarrillo, hasta que veo su composición en base a alquitrán y demás venenos! Y a pesar de leer repetidamente la información nutricional de las galletas Oreo que me estoy comiendo, no atino a entender que es sólo una golosina, que es una especie de droga que me prepara a seguir escribiendo.

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